La XIII Expo Láctea del Norte convierte a Trancas en epicentro productivo, cultural y turístico del NOA

En Trancas, el aire huele a campo recién despertado, a leche tibia en vasija de barro, a historias de arreo contadas al atardecer. Esta ciudad, enclavada en el fértil Valle de Choromoro y rodeada de lomadas verdes, se prepara para vivir, los días 6 y 7 de junio, una de las celebraciones más importantes de su calendario: la XIII Expo Láctea del Norte.

Más que una feria, esta Expo es una expresión viva de la historia agrícola del norte tucumano, una plataforma estratégica para el sector lechero y agroindustrial, y un potente motor turístico que reafirma la identidad de una región donde el trabajo de la tierra se transforma en cultura.

La historia de una cuenca que alimenta a un país

La lechería en Trancas no es novedad ni moda reciente. Es un legado que se remonta al siglo XIX, cuando las primeras familias criollas, llegadas desde el norte santiagueño y el sur salteño, comenzaron a asentarse en las fértiles tierras de la cuenca baja del río Salí. Allí, entre algarrobos y pasturas silvestres, surgieron los primeros tambos artesanales.

Desde entonces, la cuenca lechera del norte tucumano ha crecido en extensión y calidad. Hoy, Trancas es el corazón de una zona que abastece gran parte del consumo lácteo provincial y que exporta conocimiento, genética bovina y productos derivados a toda la región del NOA. Esta historia de desarrollo sostenido tiene su merecido homenaje en cada edición de la Expo, donde tradición y modernidad se dan la mano.

Un predio para la producción y el encuentro

El epicentro de esta edición será, como cada año, el Predio Ferial Municipal CPN Roque Raúl Romano, un espacio que se convierte durante dos días en una pequeña ciudad de innovación y comunidad. Por sus pasillos pasarán productores, técnicos, empresas de maquinaria, emprendedores rurales, entidades financieras y miles de visitantes, todos convocados por una misma premisa: seguir potenciando el valor del trabajo rural.

Entre remates ganaderos, capacitaciones técnicas, disertaciones especializadas y carpas comerciales, se abre un abanico de oportunidades de inversión, aprendizaje y articulación público-privada. Además, este año se aplicará una medida histórica: alícuota cero para las ventas realizadas dentro del predio, un incentivo que busca dinamizar la economía regional, facilitar el acceso a equipamiento tecnológico y estimular la compra directa.

Tradición gaucha, cultura viva

La Expo no es solo economía: es también una celebración de las raíces. El legislador Roberto Moreno lo recordó con claridad durante el lanzamiento oficial: Trancas es el primer departamento gaucho de la Argentina y tierra de figuras heroicas como Bernabé Aráoz, a quien se busca declarar héroe nacional.

Esa tradición se siente en cada rincón del predio, donde los puestos de comidas típicas —con humitas, quesillos, tamales y asado criollo— comparten protagonismo con los puestos de artesanías y expresiones culturales que reflejan la identidad profunda del norte.

Turismo productivo: entre el tambo y el paisaje

Para el visitante que llega por primera vez, la Expo también representa una oportunidad de descubrir Trancas como destino turístico. El evento se convierte en puerta de entrada a los paisajes rurales del Valle de Choromoro, una región aún poco explorada, pero con enorme potencial.

Aquí el turismo se vive de manera distinta: más pausada, más auténtica. Los viajeros pueden combinar la visita a la feria con recorridos por tambos artesanales, cabalgatas por los alrededores, caminatas por las márgenes del río Tipas y degustaciones de productos regionales. Es una experiencia que mezcla lo pedagógico con lo sensorial, ideal para quienes buscan reconectar con lo esencial.

El arte como parte del arraigo

Otro de los grandes atractivos de la Expo es su grilla artística, que en esta edición conjuga talento local y figuras de renombre. Por el escenario pasarán Los Caligaris, Nahuel Pennisi, Cristian Herrera, Destino San Javier y muchos más, incluyendo artistas locales como Luisito Sosa, campeón nacional de danza.

El artista Cristian Herrera lo resumió con emoción: “Este evento no solo une con la música. También visibiliza el esfuerzo de las familias tamberas. Es una experiencia transformadora.” Y es que cada melodía, cada coreografía, se convierte en espejo de las historias que habitan estas tierras.

Una fiesta del trabajo y la esperanza

Lo dijo con claridad el intendente Antonio Moreno durante el acto de lanzamiento, realizado en el histórico Monumento al Pacto de las Trancas: “La Expo no es una fiesta, es trabajo.” En efecto, esta muestra no nace del marketing ni del artificio. Brota del esfuerzo compartido, de la colaboración entre productores, gobierno, técnicos y artistas. Y sobre todo, de una comunidad que no se detiene.

Por eso, la XIII Expo Láctea del Norte es mucho más que una feria sectorial. Es una celebración del arraigo, del federalismo, de las economías regionales que resisten y se reinventan. Es también una oportunidad para que el turismo rural y productivo gane protagonismo, generando ingresos, visibilidad y oportunidades para las generaciones que vienen. 

Trancas, identidad que alimenta

Cuando caiga la tarde en la Expo, entre los últimos aplausos y el canto de algún zorzal en la arboleda cercana, muchos visitantes sabrán que vivieron algo más que un evento. Habrán visto el alma de una región que produce, que canta, que danza, que sueña.

Y quizás, al volver a casa, lo hagan con un recuerdo simple: el sabor de un buen queso, la emoción de un espectáculo compartido o el apretón de manos de un productor orgulloso de su tierra. Porque en Trancas, cada encuentro es una semilla. Y en la XIII Expo Láctea del Norte, la tierra está más fértil que nunca.