La empanada: ese manjar que vino de lejos para poner a Tucumán en las mesas del mundo

Aunque existen muchas versiones, todos reconocen a la empanada tucumana como la mejor. Y los paladares no mienten.

Gastronomía04 de junio de 2025
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EMPANADA TUCUMANA.El platillo, transformado innumerables veces a lo largo de los siglos, encontró la perfección en Tucumán.

En Tucumán, hay aromas que no se olvidan. Que cruzan generaciones, plazas y patios, y que se reconocen con los ojos cerrados. Uno de ellos —tal vez el más poderoso— es el de la empanada recién horneada: dorada, humeante, con ese repulgue que parece tejido por manos sabias y un relleno jugoso que, al primer mordisco, revela una historia tan antigua como la provincia misma.

La empanada tucumana, más que un plato, es una herencia viva. Presente en cada fiesta, en cada reunión familiar, en cada rincón donde la tradición se sienta a la mesa, ha trascendido los límites del hogar para convertirse en bandera, en símbolo y en delicia compartida. Porque en Tucumán, la empanada no solo se come: se celebra, se defiende y se lleva en el corazón.

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Origen de la empanada tucumana: un viaje de siglos hasta el horno de barro

Aunque hoy suena inseparable de esta tierra norteña, la historia de la empanada no comenzó en Tucumán. Su raíz es viajera: nace en la Edad Media, cuando los árabes introdujeron en la península ibérica las sfijas y fatay, pequeñas masas rellenas. Con el tiempo, los españoles las adaptaron y les dieron forma de pastel: nació así la empanada gallega, que cruzó el Atlántico de la mano de la colonización y se instaló en suelo americano.

Fue aquí donde empezó su transformación. En cada región, la empanada se nutrió con ingredientes y costumbres locales. Y en Tucumán encontró su forma definitiva: carne cortada a cuchillo, cebolla, huevo duro, comino y pimentón, todo cocido en horno de barro, bien envuelto en una masa que se cierra como si se abrazara a sí misma. Así, la empanada tucumana se hizo única. Y desde entonces, irreemplazable.

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La Fiesta Nacional de la Empanada en Famaillá: tradición, orgullo y turismo

En Tucumán no hay solo buenas empanadas. Hay un lugar que las honra con fiesta propia: Famaillá, la Capital Nacional de la Empanada. Allí, desde 1979, se celebra cada año un festival que es mucho más que un evento gastronómico. Es una peregrinación del sabor, donde miles de visitantes —locales, nacionales y extranjeros— rinden culto a este ícono criollo.

Entre aromas, competencias y risas, las cocineras populares compiten con orgullo, no por fama, sino por representar esa receta que heredaron de sus madres y abuelas. Porque si algo define a la empanada tucumana, es que se aprende en casa, entre charlas y secretos, y se perfecciona al calor de los afectos.

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Cristina Rojas Lazarte: la embajadora que llevó la empanada tucumana al mundo

En esa misma Famaillá nació Cristina Rojas Lazarte, Campeona Nacional de la Empanada en 2008. Desde entonces, su nombre es sinónimo de excelencia. Aprendió el oficio desde niña, ayudando a su madre, que vendía empanadas como forma de vida. Y hoy, convertida en referente, lleva su arte más allá de las fronteras.

Radicada en Buenos Aires, Cristina se volvió embajadora del sabor tucumano. “Cuando las prueban por primera vez, su cara es de felicidad y de risa”, cuenta. Y no es raro que vuelvan por más. Porque la empanada tucumana tiene ese don: el de conquistar paladares sin importar de dónde vengan.

Ella no se guarda el secreto, lo comparte. Enseña, explica, difunde. Y así, a cada paso, siente que lleva a todo Tucumán con ella. “Hay muchos tucumanos que vivimos de la empanada. Es un orgullo representar a la provincia así”, dice, con emoción.

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Una identidad que se saborea: la empanada tucumana en el turismo gastronómico

La empanada no es solo una comida: es una carta de presentación de Tucumán ante el mundo. En ferias, mercados, festivales gastronómicos y restaurantes, esta joya de la cocina regional conquista turistas y visitantes que llegan buscando autenticidad y se encuentran con sabor, historia y cultura en un solo bocado.

Su popularidad no deja de crecer. Desde 2022, cada 8 de abril se celebra el Día Internacional de la Empanada, una fecha que reconoce el valor cultural y emocional de este plato y su capacidad de unir comunidades, tanto dentro como fuera del país. Y en cada celebración, el nombre de Tucumán resuena como cuna y referente de este emblema criollo.

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Empanada tucumana: tradición viva, orgullo eterno

En un mundo que cambia a velocidad vertiginosa, la empanada tucumana permanece. No como un vestigio del pasado, sino como una expresión viva y vibrante de identidad. Se amasa con memoria, se condimenta con historia y se hornea con esperanza. Cada vez que se comparte, se vuelve a fundar una parte de la provincia.

Y así seguirá: en cada horno de barro, en cada feria de pueblo, en cada cocina donde una mano sepa repulgar con amor. Porque en Tucumán, la empanada no es solo comida. Es raíz. Es familia. Es bandera.

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